Esta tarta necesita una explicación. Era el cumpleaños de Manuel, el tío de mi novio e íbamos a cenar todos juntos. Quería preparar el postre (cómo no) y se me ocurrió una idea para personalizarla.
Cada vez que llueve y le decimos que vendrá bien para la huerta nos contesta: en la huerta ni una gota!!! Y es que parece haber un microclima y allí llueve menos que en el resto de la ciudad. De ahí que la idea empezase a tomar forma en mi cabeza.
Preparé un bizcocho de vainilla, lo hice capas y lo rellené de dulce de leche, ganaché de chocolate y almendra crocanti. Ñam!
Cada vez que llueve y le decimos que vendrá bien para la huerta nos contesta: en la huerta ni una gota!!! Y es que parece haber un microclima y allí llueve menos que en el resto de la ciudad. De ahí que la idea empezase a tomar forma en mi cabeza.
Preparé un bizcocho de vainilla, lo hice capas y lo rellené de dulce de leche, ganaché de chocolate y almendra crocanti. Ñam!
No quería cubrirla con fondant así que lo hice con ganaché de chocolate, cogí espátula en mano y... a alisar!!! Me queda mucho por practicar...
Para rematar la tarta un bocadillo con la famosa frase, el nombre del homenajeado y un pluviómetro (o eso intenté) a tope de agua, ja ja ja ja.
Quedó graciosa. Y para no desaprovechar nada de nada con los recortes del bizcocho, ganaché y unas almendritas preparé unas bolitas deliciosas.
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